martes, 12 de junio de 2007

Peripecias de Superman en RD


Después de lo atentados del 11 de septiembre del 2003, Supermán fue desterrado de Estados Unidos por no haber impedido que se perpetrada tan cruel ataque terrorista.
Fue enviado por la administración Bush a República Dominicana a pasar su penitencia. Hace un año llegó, con sus lentes de sol puestos, por el aeropuerto de Las Américas donde descubrió inmediatamente que en este país no tenía sus acostumbrados poderes, no podía volar, ni ver a través de las paredes, ni parar balas, etc.
El maletero que le cargó la maleta le quitó 35 dólares por llevarle una bultico de mano que fue lo único que trajo.
Tomó un taxi que lo paseó por todos los barrios de la capital antes de llevarlo a Los Mina, que era su parada final, para poder cobrarle 2300 pesos por el servicio de transporte.
Ya en Los Mina, encontró un pequeño aparta estudio que sería su morada en el tiempo que pasaría en este adorado país. Tuvo que pagar ocho depósitos de 3000 pesos cada uno. Este dinero costearía la comisión del abogado, uno para el corredor, uno para una vecina, cuatro para el dueño y un último para repartirselos a los tigres del barrio para que no se le metieran a robar en la casa.
Al segundo día de su estancia salió a la calle a buscar trabajo. Al pasar por una bomba de gasolina se dió cuenta que los precios de los carburantes aqui son mucho más caros que en Norteamérica, además se sorprendió al ver tantas jeepetas y carros de lujos en un país que le habían comentado era pobre.
Tomó cuatro carros públicos (cada uno le cobró un pasaje diferente) antes de llegar a la Cervecería Nacional Dominicana, donde se aprestaba llevar su curriculum para ver si le conseguían algún empleito.
La secretaria que lo atendió le tomó los documentos y le advirtió que había perdido su tiempo porque allá estaban botando gente por motivo de la reforma fiscal que le puso innúmerables impuestos a la cerveza.
Cabizbajo salió de ahí y saliendo a la avenida dos menores lo atracan y le quitaron la cartera. Se paró en un destacamento para poner la querella y descubre que uno de los policías tenía su cartera y para colmo había mandado a comprar un "poca pollo" con su tarjeta de crédito gold.
Con suerte logró que le devolvieran sus documentos y siguió su agitado camino a casa.
Caminó hasta la Churchill con 27 de febrero y decidió limpiar algunos vidrios para reunir el dinero del pasaje. Al cabo de cinco horas logró su objetivo después de haber sido chocado tres veces, escuchado ocho insultos incluyendo dos mentadas de madre.
Esperó un autobús de la Omsa por espacio de dos horas. Arribó a su casa y descubrió que se le habían metido los ladrones y le habían sustraído dos trajes azules, tres calzones rojo, un par de botas marca Timberland que usaba sólo los domingos, un protector solar, un abanico de techo y unas medias color púlpura que usaba para dormir.
Apresurado salió a la calle donde se encontró un pirata que le estaba vendiendo su última película en 50 pesos, luego se juntó con los tigres del barrio que le enseñaron varias palabras nuevas para su vocabulario entre las que se encuentran: "tumba eso", "ta alante", "ta atrá", "eso ta merma", "la macó", "la mangá", entre otras. Aprendió a comer tripita, entrecijo, longaniza, bofe, lambí. Tuvo la oportunidad de beber mamajuana, el triculí y así como ron con menta hall blanca y cerveza con ciclón.
Volvió a su casa. Se sorprendió que tenía como cuatro días que la luz no llegaba como tampoco el agua. En ese momento se dió cuenta que no se acostumbraría a la vida aqui en territorio dominicano y comenzó a buscar la manera de volver a su patria.
Se reunió con los dueños de yates que llevan cubanos a Miami, pero estos le cobraban casi cinco mil dólares, algo que resultaba algo difícil para él para pagar, entonces decidió usar la vía más corta: yola hacia Puerto Rico.
Después de pagarle el viaje a los yoleros estos lo embarcaron en la nave le dieron una vuelta en el mar y lo dejaron en Samaná.
Allá, luego de preguntar por la ubicación de Ponce, San Juan y Aguadilla y recibir respuestas negativas de la población, se percató que había sido engañado.
Resignado y dipuesto a irse nadando al estilo Marcos Días, conoció una morena que le brindó su casa. Con ella se mudó y ahora trabaja como animador de turistas en un resort de Las Terrenas.

1 comentario:

Julissa Mirabal dijo...

Tenia mucho que no leía algo tan bueno!!... te la comiste!